Myrrha, de los Reyes Magos al vermut
Con la llegada de los Reyes Magos de Oriente no podemos evitar recordar los presentes que llevaron al niño Jesús al Portal de Belén: oro, incienso y mirra. Pero ¿qué pasa con la mirra? ¿alguien sabe lo que es en realidad? Debía ser algo importante si los Reyes Magos decidieron llevárselo al niño Jesús, algo más que un simple regalo exótico traído por el rey Baltasar desde África.
La mirra, myrrha en latín, es una resina aromática y gomosa de color marrón rojizo que proviene del arbusto Commiphora myrrha, el cual crece en suelos pocos profundos en el noreste de África, en algunas zonas de Arabia y en la India.
En la Antigua Grecia fue cuando se descubrieron las magníficas propiedades de esta resina tan valorada. La mirra se utilizaba como estimulante, anestésico (mezclada con vino), antiparasitario, antiséptico, cicatrizante y también como reparador para la piel, preparada en ungüento. Se le atribuían también cualidades bactericidas, purificadoras y depurativas.
Hoy en día, la mirra se utiliza para mitigar las enfermedades e infecciones de las vías altas como la faringitis, la laringitis y otras inflamaciones de boca y garganta. También se usa en aromaterapia, elaborada en aceite esencial, para ayudar a mitigar el estrés, mejorar la concentración y como depurativo de las toxinas del cuerpo.
Poco conocido es el uso que se le da actualmente a la mirra en el mundo del vermut, pero una bodega como la nuestra guarda un lugar importante para este botánico de tan valiosas cualidades. Su sabor amargo y sus poderosas propiedades hacen que esté en la lista de botánicos que utilizamos para elaborar las infusiones de nuestros vermuts. Tan significativo resulta este botánico para nosotros que, cuando buscábamos nombre para la primera gama embotellada de nuestros vermuts más tradicionales, no dudamos en escoger para bautizarlos su nombre en latín, Myrrha.